28 de febrero de 2013

ANOTHER BRICK IN THE WALL


 
     La primera vez que oí hablar de Pink Floyd fue en el colegio. Tendría unos 11 o 12 años y el que después se convertiría en mi compañero de viaje, llevó un disco a clase. Recuerdo la carátula del vinilo perfectamente, una pared blanca con ladrillos con el borde negro y las palabras "The Wall" Pink Floyd escritas en el medio.  No voy a reconocer que con el tiempo me haya aficionado a su repertorio, pero "Another brick in the wall"es una de mis canciones preferidas. Hubo un tiempo, cuando acabé magisterio, que dispuesta a revolucionar la enseñanza, me pareció una ofensa. Claro está,  no había entendido nada. Hoy no puedo estar más de acuerdo con la canción y sueño con una Escuela Pública en la que los maestros "dejemos a los niños en paz.” Esta canción es un tercio del mensaje que la banda inglesa quería transmitir. La metáfora del muro como elemento que ayuda a  aislarse del mundo, es lo que  configura este trabajo magistral de Pink Floyd .  

 Cuando optas por escapar de la realidad, el silencio se impone como elemento dinamizador. Es el que comienza a dirigir la fiesta  e incluso hace que  a partir de un momento, como dice Oliver Sacks, “veas voces”, no que las oigas. El silencio es mágico y a mi, particularmente, me hechiza. Disfruto con el más estridente de los silencios, el que casi ya no se soporta porque roza el dolor. También con el seco, el solo, el sereno, el pacifico, el que te deja abandonarte…

El silencio me ha acompañado muy de cerca estos meses. Ha sido generoso conmigo, me ha permitido ser quien necesitaba ser y se marchaba prudente cuando otros llegaban. Puede que piense que él es solo otro ladrillo en la pared, pero para mi ha sido la estructura de la pared, el muro en el que me refugie cuando las palabras pesaban demasiado. Mi muro se reveló fundamental para recuperarme y cada persona fue un ladrillo. Grandes sorpresas y pequeñas decepciones, ha habido de todo, pero siempre es más grande el que suma. Que a nadie le quepa la menor duda, si estais a ese lado, sois una parte del muro, porque ahora, mientras escribo, la recuperación sigue. Salud.
 
 
 
 

21 de febrero de 2013

CÁNCER


 
No puedo saber el día en que llegó a mi cuerpo el cáncer, pero recuerdo perfectamente el día en que el  radiólogo me dijo que  tenía uno. Por supuesto, a nadie le hace gracia tener un inquilino de semejantes características, pero ahí estaba  y no había marcha atrás. 

 A partir de ahí tuve que ponerme en contacto con él. Necesitaba conocerlo, verle la cara, saber quien era, de dónde venía, por qué había llegado allí, por qué me había escogido,   por qué, por qué, por qué…y, por supuesto necesitaba saber cómo iba a ser nuestra relación a partir de ese momento.

Al principio opuse resistencia, una resistencia ahogada, sin levantar mucho la voz, pero firme, seca. No lo había elegido.  Consciente de mi fortaleza, mantuvimos un enfrentamiento decidida a que entrara en razón. La estrategia no dio los resultados esperados. Mi contrincante permanecía ahí, mirándome de frente, esperando mi jugada para cercar mis intenciones. No había salida. Cambié la estrategia, me derrumbé, lloré con él, le pedí que se fuera, que me dejara, que era una mujer normal, como tantas otras!…cada día me levantaba temprano, llevaba a mis niños al cole, me reía con mis amigos, me habían quitado la paga extra, hacia pasteles para las celebraciones familiares,  iba al trabajo, salía de compras…y sobre todas las cosas, ¡era madre! ¡era hija!.

No cedió a ninguna de  mis peticiones, pero no desistí, tenia que defender mi territorio. Seguí hablando con él día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, en la ducha, en el paseo, en la playa, en la cama, en la cocina. Durante el tiempo que duró la convivencia no quise intimar mucho con él, mantuve las distancias y pienso que la dignidad fue lo que nos permitió soportarnos.

Una noche,  tras una larga conversación, me dijo que se iría. Con la seguridad que da el poder, estableció las condiciones: operación, quimio,  radio y hormonoterapia.  No me gustaron, pero acepté intuyendo que no tenía muchas más opciones de salir indemne de la batalla.

Fui pasando por el horror, marcando en mi cuerpo y en mi mente cada experiencia. Viví la recuperación consciente de cuanto pasaba y lo que estaba por llegar. La meta se dibujó cercana y a punto de cogerla con la punta de los dedos, cerré  los ojos lentamente a la vez que la sonrisa se dibujó en mi cara.

No puedo saber el día en que el cáncer se marcho, pero si todas las cosas que dejo olvidadas. Salud.

14 de febrero de 2013

SALUD


Salud. Salud el día del amor. Cualquier día es bueno para desear salud y para tenerla. Cuando era niña,  mi madre era lo que pedía insistentemente con una frase hecha cuando algo alrededor no salía como se esperaba : “haya salud”. Con esa frase he crecido y aunque no conservo la forma, sí la esencia. El verano pasado me diagnosticaron un cáncer de mama y hoy, justamente, hace siete meses que entré en quirófano y uno, que he acabado el tratamiento. Afortunadamente todo ha ido bien  y a lo largo de estos meses, en  lo que llamé Diario de una recuperación, he ido plasmando de la forma más ordenada posible, mis recuerdos y emociones. Me he dado cuenta que la escritura se ha convertido en una gran aliada para superar el horror que supone un diagnóstico así. 

 Ahora comienza  la otra recuperación,  la del alma, la de decidir por qué camino tirar, la de mirar  para adelante, la de sonreír,  la de no dramatizar, la de celebrar, la de reír a carcajadas, la de volar con alas de mariposa, la de querer,  la de soñar, la de correr, la de abrazar, la de no invitar a la fiesta al miedo,  la de quejarse lo justo,  la de no mirar atrás salvo para no olvidar y repasar el esquema de lo aprendido, la de pedir salud. De eso va este  blog , de vivir Tan dulcemente, porque hay demasiados  obstáculos  y yo no voy a poner más.

Tan dulcemente, nace en nuestra furgoneta, volviendo de unas vacaciones a principios de 2012. En un intento de mantener a los niños entretenidos un rato y de mi entonces reciente afición a las galletas, les propongo a mis tres hombres (3H), buscar un nombre para  anunciar nuestras  delicatessen, y ellos, que son tres artistas (cada uno con su idiosincrasia), buscan el que les parece más adecuado, mientras yo voy tomando nota. Nunca un juego de palabras les  mantuvo  tan atentos y nos hizo reír tanto.

Aquello, por supuesto, era un juego, pero muchas veces nos hemos acordado del nombre. Hoy, con el permiso de mis 3H, lo cojo prestado para dar vida a mis historias, porque como  decía al principio,  las palabras me han ayudado a ordenar mi cabeza, a estructurar mis pensamientos  y perfilar mis sentimientos.

No me atrevo a avanzar lo que  voy a ofrecer, no por pudor, sino porque no  lo sé. Así es. Lo que sí  puedo asegurar es que la ilusión acompañará a cada entrada, así que, por favor, acomódense en sus asientos que el espectáculo va a comenzar. Salud.