A veces las mujeres nos
sentimos solas, incomprendidas, inseguras o poco queridas. A mí me ha pasado.
He tenido épocas así. Cuidas, pero a ti ¿quién te cuida?. Es
probable que sea parte de nuestra naturaleza ser como “olas”, que van y vienen como afirma John Gray en Los hombres son de Marte, las mujeres de
Venus.
El cáncer, bueno no, yo misma, aunque con su ayuda, he
puesto las cosas en su sitio.
La “huella” que deja el cáncer a nivel emocional es dura,
pero si sabes aprovechar la experiencia,
si eres capaz de aprender, organizarás mil y una cosas en tu interior.
Este verano, Elvira Lindo en su columna de El País, a propósito de "la Jolie"
escribía: “desde que se empezó a hablar abiertamente del cáncer de mama ha
habido una serie de campañas o de expresiones artísticas para romper el
silencio; iban de las más crudas, que mostraban sin reparos la desgarradora
huella de la extirpación, a las que idealizan el proceso de la enfermedad hasta
convertirla en una experiencia necesaria para alcanzar una especie de estado
espiritual superior”.Palabras como “crudas” o “sin reparos”, me parecen que
son otras formas de poner barreras. No me gustan.
Si es cierto que se han mostrado imágenes de mastectomías
que sin duda han ayudado a muchas mujeres así como relatos en los que se admitía
que ahora eran mejores. Para entender bien el mensaje hay que dar a las palabras el valor que
tienen. Las mujeres que hemos pasado por un cáncer de mama no nos sentimos ni
más mujeres, ni más llenas ni más plenas por el hecho de haber pasado por
ese trance. Cualquier experiencia dura te hace más fuerte y mejor. Un alto
porcentaje (por no decir todas) volveríamos atrás y borraríamos lo que nos ha
pasado. Esto no quita que como no podemos meternos en la máquina del tiempo, lo
que hagamos es asumir y aceptar lo que nos ha tocado vivir con esperanza,
optimismo y grandes dosis de sentido del humor.
Muchas mujeres trabajan día a día para ser
felices, para curar sus heridas y para ser ellas mismas. Mujeres libres de
enfermedad que llegan a la plenitud y por otro lado, mujeres que pasan la
enfermedad y vuelven a ser quienes eran en lo bueno y en lo malo. Un largo camino
de construcción personal en el que no dejas de aprender.
Cuando nació mi 2h, me compré un libro de Ibonne Olza y
hace un tiempo descubrí que tenía un bonito blog. En su entrada cantar para sanar, hace referencia a la importancia de cantar y repetirnos que somos
maravillosas una y otra vez. Yo añado
que the woman´s power, el apoyo entre mujeres y el propio reconocimiento, nos
hace más libres y fuertes. Muestra un enlace de una preciosa canción de la gran
Rosa Zaragoza que yo canto abrazada a uno de mis alumnos. No dejéis de cantar porque el que canta, su mal espanta. Salud.
Ya te quiero yo mi amor mi niña....ya me quieres tu mi vida mi bien....the woman's power...me encanta. Salud
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