Hace
dos años que me puse delante del ordenador y creé un blog; creé Tan Dulcemente.
En aquel momento el proyecto estaba más vivo que nunca. Cada semana tenía una
publicación en la bandeja de salida y la
disciplina del escritor me acompañaba. Estaba de baja laboral pero nunca había
estado tan de alta en mi vida personal. Durante aquellos meses hice lo que mi
cuerpo me dejaba y di rienda suelta a mi creatividad hasta el punto de sentar
las bases de lo que fue mi reinvención. Muchas cosas se cayeron al sacudir y a
decir verdad parece que es un proceso que no llega a su fin. Al mismo tiempo
otras quedaron prendidas con más fuerza. Un tiempo pasado con más sombras que luces
pero que me ha ayudado a llegar a meta. No echo de menos los dolores de espalda,
el entumecimiento de las piernas, el hormigueo de los brazos ni mi corte a lo garçon.
Ni siquiera me atrevo a echar de menos los días en casa y contra viento y marea
me voy a trabajar. Lo que sí me voy a atrever a confesar es que echo de menos
tener más tiempo para escribir...poder sentarme, mirar para adentro, contar,
suavizar, explotar, endulzar, inventar...y dejarme llevar por palabras y frases
que inspiran y que me devuelven la libertad.
De cualquier manera, con más o
menos publicaciones, Tan Dulcemente tiene una función clara para cuando pierdo
el rumbo: guiarme otra vez hacia la estrella del norte. Salud.
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