10 de noviembre de 2015

BACK


Camino detrás de mis 3H. Me encanta verlos. Observar sus gestos y sus movimientos mientras no se dan cuenta. Después de ese momento de atención, mi mente comienza a irse. Se va en pensamientos de alivio, de tranquilidad porque esos chicos que caminan solos, absortos en sus pensamientos,  con sus mochilas y muñecos en las manos, marcha en paz.

Quizá ellos no sepan el por qué de su caminar fluido. Es probable que no se planteen por qué duermen en cuanto pegan la oreja a la almohada y estoy segura que no entienden que haya algo diferente a la seguridad que ellos tienen.

Cuando el cáncer llegó y creí que moriría, deseé ver crecer a mis hijos. Poder levantarlos cuando se cayeran, curarles las heridas del alma, defenderlos del sistema si pretendía atropellarlos y abrazarlos sin descanso...


Tres años largo después  sigo sujetándolos, dándoles aliento, respetando su crecimiento... y por supuesto, caminando detrás.  salud



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