Camino detrás de mis 3H. Me encanta verlos. Observar sus
gestos y sus movimientos mientras no se dan cuenta. Después de ese momento de
atención, mi mente comienza a irse. Se va en pensamientos de alivio, de
tranquilidad porque esos chicos que caminan solos, absortos en sus
pensamientos, con sus mochilas y muñecos
en las manos, marcha en paz.
Quizá ellos no sepan el por qué de su caminar fluido. Es
probable que no se planteen por qué duermen en cuanto pegan la oreja a la
almohada y estoy segura que no entienden que haya algo diferente a la seguridad
que ellos tienen.
Cuando el cáncer llegó y creí que moriría, deseé ver
crecer a mis hijos. Poder levantarlos cuando se cayeran, curarles las heridas
del alma, defenderlos del sistema si pretendía atropellarlos y abrazarlos sin
descanso...
Tres años largo después
sigo sujetándolos, dándoles aliento, respetando su crecimiento... y por
supuesto, caminando detrás. salud
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