14 de febrero de 2016

Mi Querido Tan Dulcemente

Llega otra vez el 14 de febrero y con este, son tres años los que cumple mi querido blog, mi querido Tan Dulcemente. Nacido por cesárea, con temor y sintiendo que algo se arrancaba con su alumbramiento, lo tomé entre mis brazos y lo abracé contra mi pecho. Llegó a hacerme feliz, muy feliz. Escribir, leer y releer lo escrito se convirtió en una maravillosa  fuente de placer.

Tan Dulcemente fue mi niño. De familia monoparental creció un hermoso chaval al que miraba con orgullo y crecía semana a semana, mes a mes, estación tras estación. Fueron unos meses de absoluta felicidad contemplando su desarrollo. Rápidamente se convirtió en un adolescente independiente que me pedía volar solo. Sin ser consciente fui dejándole libertad respondiendo a sus necesidades y a las mías también. Mi maravilloso chico iba tomando aires de fornido valiente que se enfrentaba a la vida. Yo lo observaba con ojos brillantes y radiante de felicidad. Se iba y volvía. Se iba y volvía. Un día cuando todas las señales habían sido lanzadas, a pesar de que yo solo había recogido unas pocas, miré a mi hijo convertido en adulto libre y activo. Una nueva etapa se abría ante él y por ende, ante mí.  Recordé entonces los momentos vividos, lo duro que había sido engendrarte y parirte,  pero sobre todo el doloroso motivo que me había arrastrado a tenerte. Pasaron por delante de mí recuerdos terribles que había conseguido mantener a raya. Tras una primera película en blanco y negro a 24 fotogramas por segundo, un universo pintado de colores me recordó lo que de verdad había supuesto para mí la crianza, tu crianza, mi adorado hijo, mi querido Tan Dulcemente: Más sentimiento y menos hacer, menos decir, menos pensar y menos juzgar.

Estoy orgullosa de ti, de tu brillo, de que caminemos juntos, de que vuelvas a mí de vez en cuando, de nuestro silencio, de que no haya nada que decir en ocasiones, de nuestra bonita historia.

A un hijo nunca se le despide ni se le cierra la puerta. A un hijo se le cuida, se le quiere y sobre todo se  respeta sus momentos. Salud

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

 
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

 
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

 
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la FELICIDAD

KHALIL GIBRAN (1883-1931)Poeta, filósofo y artista, nacido en el Líbano.
 



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