Soy una pesada. Sí, lo reconozco. Siempre digo lo mismo:
“yo no necesitaba un cáncer para ser felíz”. Pero llegó y se sentó a la mesa.
Creo
que aún no lo he aceptado. Aunque hace tiempo que se fue, todavía estoy en proceso de hacerlo. Sigo
revelándome contra él, ¿porqué a mí?, ¡ yo no quería esto!. Esto va a llevarme
mi tiempo, lo sé. Las cosas ahora son
diferentes y se trata de hacer unas nuevas reglas de juego. En ello estoy.
Son las cosas de la vida, que
pasan sin más. Cuando te das cuenta te atrapan en una maraña y no sabes cómo
has llegado hasta allí, mucho menos cómo vas a salir y por supuesto, de lo que
va a venir después, ya ni hablamos.
En
el camino, vas entendiendo de qué va esto de la vida, qué es y qué se puede esperar de ella. Se pone
a tu disposición un pequeño manual de instrucciones no escrito, sobre dónde te
puedes ubicar y qué tiene importancia. Por supuesto, hay una posdata: “puedes
hacer lo que te de la gana, esto es solo una sugerencia “.
A
partir de aquí, las cosas del querer,
son cosa tuya. Decides cómo poner en práctica los aprendizajes, meterlo todo en
un cajón, dejarlo encima de la estantería de lo pendiente de leer, sacarlo para
que le de el aire, romperlo e ignorarlo o sentarte en el suelo rodeada de
papeles dispuesta a poner en orden y
subrayar con colores.
En
este punto, decido aprender y descubrir dónde posicionarme, quien soy
realmente, abrazar y decir “te quiero”, desarrollar la creatividad, meditar, reflexionar y actuar, saber de la vulnerabilidad, crecer confiando
en mí misma, hacer un poco más lo que quiero, salir a la calle y liberarme de
prejuicios. Es una opción. Salud.
Yo no necesitaba un cáncer para saber que la vida se ha de vivir de forma intensa, es ya lo hacía aunque he de reconocer que últimamente lo había olvidado. Yo no necesitaba un cáncer para darme cuenta que soy enormemente afortunada por compartir mu vida con el chico de mis sueños. Yo no necesitaba un cáncer para saber que tengo la enorme suerte de tener dos princesas que me pintan los días de colores. Pero un día el cáncer vino, entró en mi casa sin ni siquiera picar primero el interfono, vino sin avisar y aunque fue una visita fugaz sirvió para volver a recordar lo afortunada que soy y lo maravillosa que es mi vida, un beso fuerte
ResponderEliminarAsí es. Pero no vino para quedarse y nos ha dejado mucho que celebrar. Lo siguiente, el próximo martes. Besos
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